Wednesday, July 28, 2010

Beirut en el Guggenheim




"Let the seasons begin - it rolls right on


Let the seasons begin - take the big game down"

Pensar no es solo pensar. Escuchar no es sólo escuchar.

Continuando las sabias palabras de mi amigo Esteban Bancalari, tomo el título de su post y continúo… Los “espacios musicales” son importantísimos, especialmente podría decir, cuando se trata de ver una banda en vivo. Pero no hablo sólo de la acústica y lo que hace a la física del sonido, sino que también al espíritu del público. Ver una banda en vivo implica un pacto entre autor y espectador, entre el que hace ruido y el que lo escucho. Un pacto que se puede establecer de forma tácita o directa. El cantante puede pedir silencio o el público simplemente se lo puede regalar al músico.

El 15 de Julio, celebrando mi entrada a la tercera década de mi vida, fui a ver a Beirut al museo Guggenheim. La banda, es una de mis favoritas de estos últimos años, gran compañera de momentos y aunque eran de Brooklyn, nunca los había podido ir a ver.

Todo estaba dado para que sea un show excelente. Las puertas del museo abrieron temprano para que los que tenían entrada para el concierto pudiéramos ver la exhibición. Arte + música en vio= un festín para los sentidos pero me llevé una gran decepción. La banda tocó un excelente set de una hora donde prolijamente repasaron sus tres discos y tocaron algún que otro tema nuevo. El problema era que nuestro amigo Frank Lloyd Wright no tenía pensado hacer recitales de rockeros independientes en el núcleo del museo. El espiral de caracol que sube e invita visualmente a perder el equilibrio no está pensado para los graves de la voz de Zach Condon, y esa bola de graves que andaba rebotando generaba un público desprolijo que hablaba y murmuraba como si estuvieran frente a un DVD en el living de su casa. La gran ventaja era que uno se podía mover por todo el muso y después de un par de vueltas descubrí los rincones donde la acústica sí favorecía a los grandes temas. La combinación de un lugar no preparado acústicamente y un público “irrespetuoso” transformaron lo que podía ser un gran recital en un show aceptable. La semana que viene, voy al mismo lugar a escuchar y ver a Andrew Bird. Espero no desilusionarme esta vez.

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