Wednesday, July 7, 2010

La distancia con el escenario

Passion Pit es una banda nueva, Delta Spirit es otra banda nueva.

En la misma semana fui a ver las dos. Passion Pit en Governors Island, Delta Spirit en el Music Hall of Williamsburg.

No es mi idea proponer opuestos pero ciertamente puedo decir que prefiero ver a una banda más “chica”, menos conocida pero que dejan todo en el escenario que ver a una banda chica, de alguna manera “cuasi-grande” gracias al marketing en un escenario lleno de luces y efectos.

La música es para mi un gran motor. Algo que entra por los oídos y me da que pensar, me da que sentir, me da que recordar. Al igual que los olores, la música despierta sensaciones, recuerdos, vivencias, espacios, paisajes, amores, tristezas, odios… Millones de cosas.

Es por eso que para mi, la cercanía con la banda es directamente proporcional con el nivel experiencial. Y cuando hablo de cercanía, no me refiero solamente al espacio físico, porque ahí sería simplemente el precio de la entrada lo que determina la posibilidad de acceder a estos estados y sensaciones. Esta semana tocó Beirut. Las entradas costaban 9.99 para un día y 20 para el otro. Mismo lugar, mismo show. Las entradas para ambos shows se agotaron en 30 minutos. Enseguida aparecieron de reventa en Internet a US$70 y (también enseguida) apareció un mensaje del Productor en Internet puteando a los revendedores e insistiendo que Beirut va seguir tocando, en lugares chicos y lo más seguido posible. Pero que los fanáticos no compren entradas de reventa a precios ridículos. Un capo.

Pero bueno, haciéndola corta. El recital de Passion Pit fue bueno, la banda sonó bien, aunque el cantante no puede cantar en vivo como lo hace en el disco. Los agudos forzados trabajados en un 300% vía ProTools son extremadamente distintos a lo que uno escucha en vivo.

Por otra parte, Delta Spirit (Una vez más, la tercera desde que estoy acá) deslumbró con un show a pura garra y estableciendo un gran factor diferenciador entre ver una banda en vivo y escuchar el disco, pero de forma positiva. Incluyó un cover de Louis Armstrong y otro de Pink Floyd.

El show terminó con Matt (el cantante) entre el público, abajo del escenario. Nos hizo arrodillarnos a todos y el, parado en el medio canto lo que fue “su primer tema”. Un rock básico desprolijo de esos que te sacuden. Y terminamos saltando haciendo pogo abrazados a Matt.

Una vez más Delta Spirit dejó lo suyo. Passion Pit también hizo lo suyo, pero las distancias, a veces, son demasiado grandes.




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